Blogia
Diario Impersonal

Custodio de mis pensamientos

Decidí caminar las veinte y más cuadras de distancia entre mi casa y el Policlínico. Debía asistir diariamente a un control de rutina. Tu imagen se me cruzó en un instante y caminaste junto a mí como un ángel custodio de mis pensamientos. Me abrazaste por la espalda y pusiste tu mano sobre mi hombro derecho. Luego, sin decir nada, la quitaste para rodear mi cintura nada más que por unos segundos. Recordé ese beso que depositaste en mis labios tan deseosos como los tuyos, en una esquina sombreada por las hojas del corpulento árbol de antaño. En ese momento me tomaste con ambas manos como para acertar el lugar exacto en el que depositarías ese ansiado beso.
Te cruzaste una y otra vez para darme la seguridad de un real guardián enamorado.
No estabas presente, pero sí, estabas ahí, dando vueltas en mis pensamientos. Tu inigualable figura con rasgos que no esconden el pasar del tiempo, atraviezan mi subconsciente para rescatar lo más bello del encuentro. Palabras, gestos, miradas, dieron lugar a que el tacto se apoderara del momento y acorde a los demás sentidos avanzó delicado y lentamente para explorar hasta lo inaccesible. Fue un goce descomunal en el que ambos protagonizamos un acto de amor sin expectadores ajenos a la fiesta.
De pronto algo me dijo que estaba soñando despierta. Y desperté. Ya había llegado a destino. El murmullo de la sala me volvió a la realidad. Te busqué entre la multitud, pero no estabas. Seguramente estarías compenetrado en cientos de papeles en tu trabajo y eso requiere mucha concentración.
En el lugar no hice más que lo necesario y volví a mi casa con el alma ensanchada por el hermoso recuerdo.

0 comentarios