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Diario Impersonal

Mercurio

Hoy mientras leía un libro me acordé de tí. Es que todos los días te recuerdo, a cualquier hora te me apareces. Tu visita aunque sea invisible se me da. Y es ahí que me dan ganas de verte.
Bien. Te decía que hoy me acordé de tí. Lo que leí fue ésto: "También sobrevivir es una forma de castigo. Cuando uno ve lo que conserva, puede medir mejor lo que ha perdido. El mercurio es un emblema privilegiado de la memoria. Como el mercurio, la memoria es plateada y huidiza, gotea, se encharca, pero no empapa las superficies sobre las que discurre. No es realmente húmeda, generosamente húmeda, sólo líquida y brillante. Resbala sin calar.
Cierta vez tuve en mi poder unas gotas de mercurio, y me puse a jugar con ellas en el suelo. Fue ayer mismo, que se me rompió un termómetro. Pero yo aún era una niña. A veces, el mercurio formaba una bolita compacta y gelatinosa. Otras, se disgregaba en lágrimas resplandecientes,imposibles de atrapar. De pronto una de las lágrimas se deslizó por una rendija del entarimado, y se quedó allí inalcanzable y fija, como un ojo metálico, blando, como si decidiese lanzarme su mirada imborrable desde una de esas cuevecitas llenas de pelusas que acechan bajo la alfombra. No pude rescatarla, de modo que seguirá allí todavía, temblando en la tiniebla. El mercurio, no se reabsorve. La memoria tampoco. Por nuestras fisuras se van filtrando gotas viscosas y ágiles de recuerdos, que saben persistir fuera de nuestro alcance, inmunes al olvido. Nos siguen mirando desde sus evidentes escondrijos. Y aunque no forman parte de nuestro tejido, saben conservar su extrañeza, su yuxtaposición. Nos acechan, nos acechan..."

Ahora bien, si me preguntas, ¿por qué este párrafo o esta página me hizo acordar de tí? Pues, te diré la verdad: no lo sé. Saca tú las conclusiones y me lo dices...
Un beso

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