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Diario Impersonal

Y fue pasando el tiempo...

Narciso se mudó a trabajar a otra parte. Pero ese cambio no le impedía continuar con su propósito. Las llamadas de teléfono continuaban, al igual que los mensajes. Mis sentimientos hacia él fueron cambiando, no se si para bien o para mal. Había un apego muy particular, tal vez, no hacia su cuerpo sino hacia sus actitudes que lo hacían bueno de corazón. Se me había transformado en una necesidad diaria. Esa comunicación era como el pan y el agua de cada día.

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