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Diario Impersonal

Y me han dicho que fueron otras épocas...Sí, otras, llenas de ilusión y fantasía, de pensar que duraría para siempre. Pero nada es para siempre. El tiempo pasa y los años nos hacen cambiar de parecer y de forma de pensar, nos cambian la fisonomía; el cuerpo envejece. Y los regalos no llegan el día de nuestro cumpleaños. Esos regalos que el ser más querido nos hacía llegar desde las manos de sus hijos, hasta del más pequeño que lo traía en brazos para disimular que era él, solo él, el que tenía el dinero para comprar cada uno de los presentes que entregaba a cada uno de nuestros hijos, para que se acostumbren a regalar presentes a su madre.
Y ya no está aquí, nuestro ser mas querido se ha ido para siempre. Y no volverá nunca más.
Y ese recuerdo no deja que disfrutemos del presente. Todo ya es diferente, nadie es como él ha sido.
Y casi no puedo escribir, no pùedo hilar las palabras para describir lo que siento. Tal vez mañana podré, pero hoy no, no puedo.
Ni siquiera me esfuerzo. Y pienso si algún día, antes de que se me acabe la salud, tendré la oportunidad de volver a ser dichosa como fui hace años. Si tendré alguien a mi lado para compartir un día de domingo, o todo un fin de semana. Para compartir una salida, un café, un asiento en una plaza o una cama.
No lo se, nada se sabe de antemano. ¿Dios lo sabrá? Seguramente sí, lo sabe. Es el destino que nos ha dado y que solamente El lo conoce.

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